viernes, 24 de abril de 2015

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El sector ferial mueve millones de euros, miles de personas y muchos negocios. Los últimos datos ofrecidos por algunos organizadores sobre la asistencia a estos eventos no son más que una muestra del interés que suscitan, tanto en expositores como en visitantes de las 482 ferias que se han desarrollado por toda la geografía española.

Sin ir más lejos,  y con los datos aún por confirmar, la última edición de SMAGUA (Salón Internacional del Agua y del Riego),  que ha tenido lugar entre el 6 y el 9 de marzo en la Feria de Zaragoza, ha superado los 35.000 visitantes en sus 1.037 expositores. 

Y es que sobran motivos para participar en una feria, ya sea desde el punto de vista de la empresa que expone como del visitante que acude. A pesar del delicado contexto económico actual, las ferias siempre son garantía de creación de negocio e intercambio de ideas, todos salen ganando.


Para el expositor, en primer lugar, la feria es un escaparate de sus servicios como empresa de forma directa, cara a cara con su potencial cliente, que tiene la opción de conocer de primera mano las posibilidades que ésta ofrece. En definitiva, sirve para establecer una relación comercial sin necesidad de intermediarios.

Esto representa además una ventaja, y es que no hace falta acudir a estudios ni datos oficiales para tomar el pulso al mercado laboral. La feria refleja las tendencias actuales y de futuro de un negocio en concreto, y proporciona los suficientes indicios para conocer de primera mano la satisfacción de los usuarios con nuestros productos o servicios y, lo que es más importante, con los de la competencia.
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Ahí precisamente surge otro de los beneficios de acudir a una feria: se pueden compartir los problemas en inquietudes con otros profesionales de nuestro mismo sector. ¿Quién no ha comentado sobre estos temas con el expositor de al lado en alguna feria? Sin quitar mérito al hecho de que en estas relaciones espontáneas pueden surgir colaboraciones profesionales (con proveedores, subcontratistas, importadores, distribuidores, etc.).

Otro punto a favor de las ferias es que facilitan el acceso a la internacionalización, actuando como plataformas de exportación hacia el mercado internacional.
Los visitantes de las ferias
Pero no solo las empresas se benefician de la organización de este tipo de eventos. Los visitantes, ya acudan con fines comerciales o curiosidad profesional, también sacan provecho de las ferias.
Lo primero que un visitante obtiene en una feria es una imagen directa del producto, antes de comprarlo, o en el caso de un servicio, la idea de cómo se presta. Además, se ofrece la posibilidad de conocer las novedades con antelación al lanzamiento comercial de las mismas, y da una idea de por dónde se moverán las tendencias comerciales en el futuro.

 
Además, las muestras especializadas suelen ser escenario de actos de divulgación, formación y debate en paralelo en forma de seminarios, mesas, redondas, congresos, etc., que son una fuente indiscutible de información y conocimiento para el potencial cliente.

Por último, el visitante puede aprender de las experiencia de otros a la hora de participar en el futuro en una feria, fijándose en los casos de éxito y fomentando las relaciones establecidas.
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Sin embargo, no todo son “luces” en una feria. El coste que supone participar en una, en especial en estos tiempos, sumado a la excesiva concentración de empresas expositoras, que dificulta la comunicación, hacen que la decisión de acudir no sea tan fácil como a priori parece. Por ello es necesario realizar un análisis previo considerando la trayectoria de la feria y los costes derivados del stand.

Aún así, las ferias siguen siendo una herramienta de promoción y marketing en el proceso de ventas, y son especialmente prácticas cuanto más especializado es el sector en el que centran su temática. Este último caso queda muy bien ilustrado con las ferias dedicadas al medio ambiente, que analizamos en este número especial de Ecotimes.

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